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Carisma e «Instrucción Cuidadosa»

Por Mary Kate Becker, directora asociada de la Educación dela Misericordia

«Nada puede ser más productiva de bien para la sociedad que la instrucción cuidadosa de mujeres». – Catalina McAuley

Mi directora espiritual me dijo una vez: «Todas nos apoyamos en alguien que nos dio una oportunidad». ¿No es ese un aspecto fundamental de nuestro carisma? Casi puedo imaginar a Catalina McAuley diciéndoles algo así a las jóvenes a las que ella guiaba. Catalina misma sabía lo que esto significaba, pues recibió la instrucción esmerada de sus queridos Callaghan. Las jóvenes que ella acogió en la primera Casa de la Misericordia probablemente no tuvieron a nadie más que les diera una oportunidad. Cuando ella las miró a los ojos, ¿se vio a sí misma? ¿Vio el rostro de Jesús?

«Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber.  Pasé como forastero y ustedes me recibieron en su casa». (Mateo 25:35)

Ilustración de la Hermana Gavina de Castro, RSM

Las mujeres a quienes Catalina y sus compañeras acogieron probablemente ansiaban conectar, ser vistas, ser amadas.

¿A quién(es) nos llama Cristo a mostrar misericordia?

Veo el rostro de Catalina en las jóvenes a las que serví en la Escuela Secundaria de la Misericordia, en Farmington Hills, Michigan. Son la próxima generación de jóvenes que viven nuestro carisma: jóvenes mujeres que, como Catalina, ven una necesidad en la sociedad y piensan: «¿Qué puedo hacer?»

Veo el rostro de Catalina en los directores a quienes he conocido, líderes de misión que han reflexionado que, cuando buscan inspiración y fuerza para el camino, «piensan en Catalina».

Veo el rostro de Catalina en los profetas entre nosotros: activistas climáticos globales que hablan con urgencia y esperanza, instándonos a cuidar la creación y proteger el futuro de nuestro planeta; líderes locales que trabajan por la paz y la noviolencia en nuestros hogares y escuelas; líderes religiosos que siguen guiándonos hacia Cristo y la misericordia.

El carisma es un don que nos da el Espíritu Santo. Nuestro carisma de la Misericordia se centra en este sentido de inclusión, hospitalidad y acompañamiento. Lo que Catalina hizo en su ministerio fue a menudo malinterpretado y, en su momento, considerado absurdo y contracultural, lo que probablemente enfureció a mucha gente. Era una mujer de fe, situada en el clima político y la cultura de su tiempo. Abrió un hogar para mujeres pobres en el corazón de la élite irlandesa. Algunos podrían haber considerado imprudente su decisión de usar su herencia para servir a las mujeres. Sin embargo, estaba inspirada por el Espíritu. Vivía según su vocación.

Me llama la atención la palabra «cuidadosa» en la cita anterior. No se trata de una enseñanza cualquiera. Ella usa la frase «instrucción cuidadosa». Hay una intencionalidad implícita en esta instrucción. Debemos cuidar la tarea a la que estamos llamados: este llamado sagrado que cada uno de nosotros ha escuchado como educadores de la Misericordia, con esa voz suave y apacible que nos ha traído a nuestras diversas escuelas, con los y las estudiantes a quienes hemos servido y serviremos en el futuro. Debemos mantener un corazón abierto. Fijemos la mirada en Jesús. Vayamos con Dios.

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